Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
Jaime Gil de Biedma
En la placidez de un banco
contemplan la danza oscura
que trae el sol.
Huele a pino y a calma;
esperan la algarabía
de los infantes
que pronto saldrán de las escuelas
-"aquellas que no tuvimos", recuerdan-.
Ellas, que con pequeñas hazañas
hicieron a las mujeres
libres,
ellas, que lucharon
en silencio por un parque en calma.
En la alegría de las mañanas
sin horas;
en los días del júbilo
se olvidan de la espera
y descansan sus bastones.
Comentan el obrar de las palomas
por cuatro granos de maíz
-"así nos hicieron un día", ríen-.
Ellos, que crearon oportunidades
cuando las sombras más
negras fueron.
Ellos, que trabajaron la tierra
para los sueños de sus hijos.
A la gente de bancos,
a las arrugas sabias,
a quienes la historia no recuerda...
(que el lector escriba este verso).